Diseño basado en suposiciones
Incorporar al usuario en el proceso de diseño ahorra tiempo y dinero
Quienes no trabajan en el «mundo del software» se sorprenderían de la cantidad de esfuerzos y recursos económicos que se emplean en cambiar o crear aplicaciones basándose únicamente en suposiciones.
Los cambios pueden ser una reacción ante el hecho de que un producto no está funcionando, donde se piensa que unos colores nuevos, una aplicación de la última red social de moda, una campaña de publicidad o un test de usabilidad sin rigor arreglarán el producto.
Otras veces se debe simplemente a la falta de estrategia, donde el aburrimiento o una nueva gerencia motivan un rediseño, olvidando en el camino que los usuarios odian los cambios y que afectan sobre todo a los más fieles.
Recientemente un cliente quería «tener una tienda en internet», después de escucharlo y hacerle unas preguntas, comprendí que lo que quería para cumplir su OBJETIVO suponía invertir mil euros y no seis mil, como otros le habían presupuestado.
Es lógico que muchos clientes no sean conocedores de las herramientas, productos y servicios que existen, pero es LETAL para el sector cuando los «responsables» que dirigen, venden, supervisan o contratan servicios y aplicaciones no hacen antes unas simples preguntas:
- ¿Por qué se desarrolla el producto? ¿Porqué se han hecho los cambios?
- ¿Cuáles son los objetivos?
- ¿Quiénes son los usuarios? ¿Cuáles son sus necesidades?
- ¿Cómo va a ser utilizado el sistema?
- ¿Se han hecho prototipos de nuevos diseños? ¿Con qué resultado?
- ¿Qué datos avalan el rediseño?
- ¿Qué ventajas obtienen los usuarios al utilizar el nuevo producto?
- ¿Cómo se va a medir su éxito?
Son tan obvias que sorprende lo poco frecuente que es encontrar sus respuestas en muchos presupuestos de tecnología.
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