El nuevo campo de batalla competitivo se encuentra en el diseño, en la garantía, en el servicio postventa, en la imagen y en la oferta de financiación. En aspectos intelectuales e intangibles y, por supuesto, en la gente.
La gente puede hacer que tu empresa y su producto sean una opción única.
La forma en que diriges y orientas un equipo y organizas su trabajo es clave a la hora de lograr o no buenos resultados.
Los nuevos valores tienen poca materia y mucho conocimiento detrás. En la actualidad la ventaja competitiva pesa menos que los sueños de una mariposa.
Organizar es el arte de conseguir que gente ordinaria haga cosas extraordinarias. En nuestra época, la innovación empresarial implica la creación de un contexto que permita un flujo constante de creatividad, en lugar de la vuelta al mismo producto o a un servicio estándar.
Las empresas «funky» necesitan ser diferentes, tener otro aspecto y trabajar de forma nueva.
Todas las empresas modernas compiten en el ámbito del conocimiento, pero el saber es perecedero. Es como la leche, tiene fecha de caducidad. Si no lo empleamos para bien de nuestra empresa, el conocimiento se agria y pierde su valor.
La innovación continua, tanto revolucionaria como «evolucionaria», es una necesidad.
En el futuro habrá dos clases de empresas: las rápidas y las muertas.
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