Dirigir profesionales en función del miedo permite en algunos casos beneficios a corto plazo, pero difícilmente a medio o largo plazo. Dirigir sin miedo es más complejo, pero más rentable y necesario en mercados de alta competitividad.
Réquiem por el talento
Según el padre de la calidad Edwards Deming, el miedo anula la motivación y la capacidad de reflexión de la persona. El miedo anula el talento.
Cuando desarrollamos nuestro potencial, nuestras conexiones neuronales interaccionan alegremente. Cuando el miedo se adentra en nuestras entrañas, secuestra el talento.
En una situación así es imposible que nos orientemos al cliente, ejerzamos liderazgo o tengamos iniciativa.
Alguien con miedo está orientado exclusivamente hacia su jefe.
Dice Koldo Saratxaga que «El 75% de los trabajadores que se marcha de una empresa lo hace enfadado por la actitud de sus jefes. Eso es un síntoma de que pasa algo. El 75% de los mandos intermedios se limitan sólo a cumplir órdenes y a hacerlas circular hacia abajo. No aportan nada, por eso están robando a la empresa, y además impiden que sus subordinados estén en disposición de crear, de aportar ideas, de asumir responsabilidades mayores»
La innovación se produce en ambientes de libertad, donde no se penaliza el error y se pueden aportar propuestas de mejora. Las personas somos creativas en esencia, sólo necesitamos el entorno adecuado y unos objetivos que alcanzar.
Miedo = cortoplacista
La segunda víctima del miedo es el cambio y la visión a largo plazo.
Un equipo con miedo es incapaz de ver más allá de la amenaza. Y puede que una de las características más relevantes de un emprendedor o innovador es que se fija más en lo que va a conseguir que en lo que pierde.
Las investigaciones de Martin Seligman han demostrado que los optimistas procesan más información del medio que los pesimistas, quienes lo ven todo de color negro.
La creatividad
La creatividad y la innovación son la tercera víctima del miedo.
«Hace 15 años, las empresas competían por el precio. Ahora lo hacen por la calidad. Mañana lo harán por el diseño» Robert H. Hayes
La innovación surge del trabajo de varios equipos, no se puede crear en islas perdidas ni en cubículos estáticos que más que creatividad producen claustrofobia.
Tampoco se puede crear con empleados autómatas, que necesitan la aprobación del jefe, o con estilos de gestión basados en la amenaza.
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