Frases como «el personal es el activo más importante», suenan cada día más en las empresas. Sin embargo, el comportamiento de muchas considera a los empleados sólo como un coste variable, más que un activo.
Las empresas que saben gestionar mejor a su personal tienen mayores posibilidades de éxito que las que no.
Actualmente, las ventajas competitivas que las innovaciones tecnológicas producen se están volviendo efímeras y no garantizan el éxito. Las empresas han de buscar constantemente nuevas formas de crear valor.
Se le puede llamar capital intelectual, capital humano o capital del conocimiento, pero la realidad es que, en una economía de conocimiento, los únicos activos que realmente cuentan son los intelectuales.
No es fácil que este concepto cale en el mundo empresarial.
La batalla que ha de librarse es dura, pero son los trabajadores del conocimiento y no las fábricas, las maquinarias ni el dinero las claves para crear riqueza.
Una organización será competitiva si es más rápida en aprender que sus competidores. Cualquier empresa puede tener la misma tecnología que sus competidores, cualquier producto se puede copiar e incluso mejorar.
Para tener éxito en la nueva economía, las empresas deben gestionar el conocimiento con preferencia a los datos y a la información, y crear, proteger, desarrollar y compartir el mismo. Interconectando a las personas se aumenta el valor del capital humano de la empresa.
En el siglo XXI, es posible que los gestores del conocimiento y el capital intelectual sean más importantes en el éxito de la empresa que los procesos de reingeniería, la gran novedad de los noventa.
Ver todos los artículos publicados